sábado, 10 de septiembre de 2011

Utilidad Marginal

Universidad Anáhuac Mayab
Ana Karen Dávila


UTILIDAD MARGINAL

“La teoría de la utilidad marginal parte de dos proposiciones básicas.
La primera, que el individuo a partir de la información disponible sobre productos y precios, escoge el mejor conjunto de bienes. entre los que puede adquirir con su restricción presupuestaria (Varian, 1987). El “mejor” conjunto de bienes será el que maximice su nivel de bienestar ya que el consumidor siempre actúa de forma racional, y en principio, en su propio interés.4La segunda, esta relacionada con la utilidad marginal decreciente, ya que se considera que la utilidad marginal de cualquier bien individual decrece cuando aumenta su tasa de consumo.” – Mónica Guillen Royo

                  En economía, la utilidad marginal es la satisfacción extra de una unidad de consumo adicional. Eso quiere decir que el cliente estará dispuesto a pagar diferentes precios por el mismo producto cada vez que lo consuma.
                  Por ejemplo: si el cliente tiene una NECESIDAD de tomar agua porque tiene MUCHA sed y solamente hay UNA persona vendiendo aguas, estará dispuesto a pagar una ALTA cantidad por la primera botella de agua que satisfaga su sed. Sin embargo, si la primera botella le costó $15.00 tal vez no esté dispuesto a pagar otros $15.00 por otra botella, ya que su sed ya no es tan intensa como antes. 
                  La Teoría de la Utilidad Marginal Decreciente está basada en la explicación anterior, se trata de que la satisfacción adicional del consumidor disminuye a medida que se consume una mayor cantidad del bien. Cada vez que consume el bien, lo quiere/necesita menos que antes, entonces el precio que está dispuesto a pagar por ese bien ya no es el mismo de antes.

                  Los primeros marginalistas asocian el consumo a la obtención de placer o bienestar. La utilidad se toma como un concepto ordinal y eso incluye perder
la posibilidad de efectuar comparaciones interpersonales y intertemporales de la
utilidad. Simplemente se medirá el orden en que se prefieren los distintos bienes o
grupos de bienes sin asignarles un valor que permita su agregación.

                  Las críticas a los postulados neoclásicos están relacionadas con el supuesto egoísmo del consumidor, la existencia de información imperfecta e incertidumbre, el comportamiento no maximizador de algunos agentes y la endogeneidad de las
Preferencias. Los economistas neoclásicos argumentan ante dichas críticas que el remedio para las deficiencias del modelo es adquirir más información sobre la economía y sobre como los individuos procesan la información.

                  Sen (1977) cuando considera que hay que ampliar el concepto de racionalidad egoísta. Cuestiona el concepto de racionalidad en economía por su carácter reduccionista.  Se centra en el comportamiento del individuo y no encuentra ninguna inconsistencia en éste, por lo tanto no habría ninguna razón por la cual no se pudiera ampliar el concepto de racionalidad a las actuaciones inducidas por sentimientos diferentes al egoísta, como el compromiso con un grupo social, político o religioso.


                  Stigler-Becker (1977) en su formulación de una “nueva” teoría de la elección
del consumidor en la cual la unidad doméstica (o el agente individual) se involucra en la maximización de la utilidad de los bienes que compra a través de su transformación en productos de consumo. Uno de los factores determinantes de la elección que se incluye en el análisis es la publicidad, contemplada como una variable que no afecta a las preferencias sino al precio. Los aumentos de la cantidad de publicidad reducen el precio del producto para el consumidor porque lo conoce más y le es más fácil consumirlo o transformarlo para el consumo.
Este análisis puede darse porque Stigler y Becker ya no parten de un mercado
perfectamente competitivo, sino que suponen que el consumidor tiene información
imperfecta e incluso desinformación y que el anunciante tiene la posibilidad de
diferenciar su producto de otro aparentemente similar.

                  Winston (1980) en la aplicación de esta teoría al comportamiento adictivo.

                   Akerlof y Dickens (1984) al contemplar la endogeneización de las preferencias. La teoría de la disonancia cognitiva introduce el hecho de que las personas manipulan sus propias creencias para confirmar sus deseos. Dickens concluye que no hay ningún problema en incorporar los resultados de estas disciplinas en el análisis económico neoclásico ya que permite explicar mejor algunos aspectos del análisis económico que no se contemplaban adecuadamente, entre ellos la publicidad “no informativa”, porque “engañado” o no, el individuo cuando actúa lo hace porque así lo ha escogido.

Críticas..
                  Duesemberry (1948) reconoce, que a pesar de que la creación independiente de las preferencias estaba implícita en casi toda la teoría económica, la evidencia empírica disponible no avalaba esa tesis. Además los axiomas que determinan esas preferencias individuales se alejan radicalmente del mundo real de la elección.

                  Nicolaides (1988) critica abiertamente el mantenimiento de este supuesto al alejarse de la realidad de la elección ya que no incorpora la posibilidad de que el individuo conozca la existencia de alternativas no disponibles.

                  Según Von Mises (1986) el análisis de los fenómenos sociales y económicos requiere que se parta del hecho de que la acción humana es intencionada y dirigida a conseguir un determinado objetivo. El problema surge al querer delimitar ese objetivo al entorno personal del individuo cuando éste no es propio sino ajeno al individuo o sociedad y dictado desde las necesidades del capital.

                 

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